LA ORATORIA DEL ABOGADO
LA ORATORIA DEL ABOGADO
El abogado, al igual que debe aprender todas las materias de la carrera de Derecho, debe asimismo formarse en la capacidad para la oratoria forense y ésta no es una habilidad con la que se nace, sino que es una habilidad que se adquiere, o puede adquirirse, en el ejercicio de la profesión.
Lo primero que debe hacerse es la comprensión absoluta del asunto que se vaya a defender por cuanto que la oratoria como elemento y medio de expresión no puede suplir la carencia de conocimiento de los hechos que constituyen la materia de la que tiene que tratar.
Por otra parte, los conocimientos jurídicos de la materia objeto de la oratoria concreta se le suponen y el estudio pormenorizado asimismo también, después viene la argumentación que los abogados deben desplegar ante los jueces con el fin de obtener el resultado pretendido a través del alegato oratorio, por lo que sin una técnica adecuada no es posible una oratoria forense eficaz.
Otro punto es la comunicación que tanto puede ser verbal como no verbal. No nos detendremos en la comunicación verbal dado lo obvio de la misma, pero sí en la comunicación no verbal que se lleva a cabo mediante gestos, apariencia, mirada y expresión, posturas y signos como imágenes sensoriales, sonidos, gestos, movimientos corporales, etc, en ambos casos estos lenguajes juegan un papel esencial en el proceso de la oratoria forense.
Los abogados noveles e incluso los que lleven algún tiempo informando en el foro deben asistir a los Juzgados como oyentes con el fin de presenciar juicios orales y aprender cómo otros compañeros, con mayor o menor experiencia, despliegan sus habilidades oratorias, asimismo la práctica del informe oral a través de la repetición de juicios e informes hará que se desarrolle adecuadamente el arte de la oratoria.
Por último, y no menos importante, para que en el abogado prenda la capacidad oratoria forense es absolutamente imprescindible que disponga de un conocimiento, llamémosle “Renacentista”, es decir, una cultura profunda y amplia sobre numerosas y diferentes materias, no necesariamente jurídicas ya que los abogados tratan con asuntos que no se limitan solamente a lo jurídico sino que deben aplicar los conocimientos legales a situaciones que afectan a todos los órdenes de la existencia humana y para ello el abogado que intente alcanzar la excelencia oratoria deberá frecuentar la lectura y realizar escritos de textos de las más variadas disciplinas.
La conclusión que se extrae de lo anterior es que la capacidad oratoria del abogado puede ser una habilidad aprendida con el transcurso del tiempo, la práctica forense y el conocimiento multidisciplinar además de la necesaria formación jurídica.